Steve Jobs, Bill Gates, Vera Wang y Joanne Rowling, ¿sabes qué tienen en común? En algún momento fracasaron.
Emprender no es fácil y para llegar al éxito es necesario salir de tu zona de confort, por lo que debes acostumbrarte a la posibilidad de equivocarte. En resumidas cuentas, cuantas más cosas intentes, mayores serán las posibilidades de enfrentarte al fracaso y a los errores.
Como una frase popular dice: «El éxito no es definitivo y la derrota no es fatal: lo que realmente importa es el coraje que se tiene para seguir adelante». Para ayudarte a dar ese paso, en este artículo compartimos contigo algunas claves y procesos para superar el miedo al fracaso.
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Qué es el miedo al fracaso
El miedo al fracaso es un temor frente a la posibilidad de no satisfacer las expectativas propias y de los demás, o bien a equivocarse y cometer errores. Este trastorno es conocido como atiquifobia y es común que se dé de forma intensa y recurrentemente, siendo un padecimiento crónico que afecta la vida de las personas.
En un grado natural, el miedo al fracaso es una sensación que hace sentir intimidadas a las personas ante situaciones nuevas o desconocidas. Y aunque el miedo es normal y forma parte de nuestra vida, es importante equilibrarlo con otras emociones. Cuando este nos impide hacer cosas, hablamos de un problema.
Consecuencias del miedo al fracaso
Si el miedo al fracaso se apodera de ti, será un obstáculo que te impedirá avanzar y, en el peor de los casos, puede llegar a inmovilizar y frenar toda tu dinámica de vida. Esto puede acarrear grandes problemas en tu profesión y desarrollo personal. Algunos de ellos son:
- Falta de criterio: el medio al fracaso puede afectar tu capacidad de análisis y nublar tu visión a la hora de evaluar los procesos en un proyecto o al establecer relaciones con los clientes. Esto, quizás, se debe a que tu objetivo no es hacer las cosas bien, sino simplemente no fracasar a toda costa.
- Pérdida de confianza en ti mismo: la atiquifobia hace que las personas magnifiquemos las equivocaciones y que sintamos que no podemos con las cargas de trabajo. Esto genera un efecto de bola de nieve, que hará que te sientas incapaz de hacer cosas y, por tanto, temas más al fallo.
- Pérdida de confianza en los otros: del lado contrario, un efecto del miedo al fracaso es querer asumir todas las tareas necesarias para que un proyecto no fracase. Esto puede motivar que desestimes las capacidades de tu equipo o que seas incapaz de delegar responsabilidades porque no confías en tus compañeros.
- Relaciones laborales poco sanas: la alta exigencia producida por el miedo irracional al fracaso puede crear relaciones tóxicas en el espacio de trabajo. La alta competitividad y el miedo a las represalias pueden motivar que se cuestione a los líderes y que se pierda la unidad de trabajo.
- Estrés y ansiedad: otra grave complicación del temor al fracaso es que puede generar padecimientos más graves como el estrés, debido a la exigencia y las cargas de trabajo, y ansiedad, producida por los pensamientos intrusivos.
Como puedes ver, el mal manejo del miedo al fracaso puede tener serias consecuencias en tu vida profesional y en el futuro de tu empresa. Es por ello que es tan importante trabajar con él para superarlo. Pero antes es importante poder identificarlo tanto en nosotros mismos como en los otros.
Cómo saber si tengo miedo al fracaso
Tener pensamientos en torno al fracaso no significa que tengamos miedo a fracasar. En muchos casos tiene que ver con un análisis de escenarios que resultan necesarios para emprender un plan de forma realista. Por el contrario, el miedo limitante al fracaso se distingue por algunos síntomas y conductas que debes conocer:
- Evitas las tareas complicadas. Esto puede indicar que no quieres enfrentar retos para los que te parece que no estás preparado o respecto a los que piensas que vas a fracasar. Esto puede dañar tu futuro profesional, pues no permites tu propio crecimiento.
- Compensas de más. Debido a que sientes que el fracaso es un peligro grave, es probable que trabajes horas extras, que no duermas o que te mantengas alerta para cubrir todo lo necesario. Como puedes imaginar, esto puede resultar contraproducente.
- Piensas más tiempo del que actúas. Pensar no está mal, pero cuando pasas más tiempo pensando que haciendo cosas puede significar que estás planteando escenarios en tu cabeza que pueden ser irrelevantes, poco probables o simplemente imposibles, y que no te dejan continuar con tus planes.
- No eres capaz de llegar a soluciones concretas. Esto va de la mano con el punto anterior. Cuando no puedes dejar de pensar situaciones adversas, puede ser que no tengas un buen criterio para tomar decisiones. Esto puede provocar que busques cubrir más necesidades, elevando tus gastos y retrasando tus proyectos.
- Requieres validación externa. Si bien trabajar en equipo es bueno, pedir la aprobación de otros para emprender un plan puede significar que no tienes la capacidad de decidir o bien que, como o quieres asumir el fracaso, esperas responsabilizar a otros sobre el fallo de algún proyecto.
Ten en cuenta que estas conductas no implican que seas incapaz de hacer las cosas o que no seas inteligente. En realidad, el medio al fracaso es una cuestión de perspectiva. Por ello, es deseable que sepas ver al fallo como una oportunidad.
8 claves para reconsiderar el miedo al fracaso
Piensa que los momentos de fracaso pueden ser:
1. La ayuda para mejorar tu resiliencia
Solo hay dos respuestas posibles para los errores y el fracaso: te das por vencido o te levantas y lo intentas otra vez.
Si eliges la segunda opción, inevitablemente te convertirás en una persona más resiliente. Levantarte después de una derrota te da confianza y la vez que vuelvas a equivocarte o fracasar (porque sí, volverá a suceder), recordarás esta ocasión y pensarás: «pude superar x, así que puedo superar y».
Más que verte a ti mismo como la falla o el fracaso, mírate como una persona que se niega a dejar que las malas experiencias y fallas lo detengan; como alguien que continuamente experimenta hasta alcanzar sus metas y objetivos.
2. El principio (y no el final)
Solemos pensar en el error como el final de una oportunidad: un cliente decide contratar los servicios de tu competencia, así que determinas cerrar el asunto y darlo por perdido, y seguir.
Fin.
No obstante, cada error es en realidad la oportunidad para un nuevo comienzo. Tal vez volverás a encontrarte con ese cliente cuando el contrato con la competencia esté cerca de vencer y, entonces, podrás ofrecerle una vez más tus servicios. Esa será una nueva oportunidad para que decida cambiar y darle una oportunidad a tu negocio. O tal vez, esta experiencia de rechazo inicial te ayudará a trabajar en las características de diferenciación de tu marca y la fortalezcan.
Una vez que hayas mejorado tu producto y tu empresa, verás que empezarás a perder menos clientes en comparación con la competencia. Piensa en tus errores como experiencia, no como algo definitivo.
3. Una prueba de que te arriesgaste
Si no intentas cosas nuevas, nunca te equivocarás. Fallar demuestra que eres ambicioso. Podrías evitar tomar el teléfono y llamarle a un socio potencial, pero si dejaras pasar esa oportunidad jamás cerrarías tratos.
A fin de cuentas, debes estar orgulloso de tus errores porque cada uno significa que te pusiste en riesgo de ser rechazado, pero también de no serlo y de crecer. Basta con que observes detalladamente tus actitudes y que te asegures de no repetir tus errores, porque eso no es valiente, sino descuidado.
4. Una situación que te ayuda a ganar conocimiento y experiencia
Tener éxito el 100 % de las veces te hace tener confianza excesiva, lo que puede afectar tu capacidad de evaluar riesgos. Como resultado, tomarás decisiones poco adecuadas.
Digamos, por ejemplo, que tu empresa domina tu área de especialidad por los últimos seis meses. Debido a ello decides concentrar toda tu energía en una oportunidad de negocio con un cliente que necesita cinco veces más del tiempo que le dedicas a un asunto.
Crees que eres capaz de realizar el negocio, aun si la persona a cargo de la gestión de realización te advierte que tal vez requieren un estado de la empresa más consolidado para darle una atención total a este cliente y mantener el desempeño actual.
Decides ignorar esta advertencia y cuando estás en pleno proyecto, te das cuenta de que la productividad del último trimestre es mucho menor porque ignoraste a los otros clientes en tu cartera por priorizar a este último cliente.
Aunque podrías pensar que este error es muy grave, haberlo cometido significa que en el futuro tendrás más cuidado para que puedas trabajar de manera simultánea con clientes que requieran de menos recursos y que muestren mayores probabilidades de consolidar el negocio.
5. La mejora de tu capacidad de deducción
Los emprendedores confían mucho en sus suposiciones. Piensa tan solo en la cantidad de veces que has supuesto algo en la semana, desde «este cliente no es serio» y «el presupuesto de este cliente parece ser elevado» hasta «el negocio con estos clientes está prácticamente cerrado» y «probablemente estos otros clientes sacarán el mejor provecho de estas dos características del producto».
Las suposiciones pueden ayudarte a tomar decisiones más rápido y eficientemente, mientras que comparar tu experiencia previa con cada nuevo prospecto sería poco productivo. De cualquier manera, si operas con las suposiciones inadecuadas, necesitarás enterarte de ello lo más pronto posible para cambiar tu forma de actuar y adecuarla a las necesidades reales que tenga cada cliente.
Equivocarte debería servirte para darte cuenta de que una o más de tus creencias están mal y, así, modificarlas cuanto antes. Por ejemplo, si asumes que las compañías pequeñas siempre buscan un precio más bajo podrías aplicar un descuento bastante alto a un cliente potencial que quizá hubiera estado dispuesto a pagar el precio completo.
Pese a esto, mientras aprendas de las suposiciones erróneas y no las repitas, estas equivocaciones te ayudarán a mejorar tu capacidad de deducción.
6. Varias pequeñas victorias
Cada vez que cometes un error, probablemente tomaste buenas decisiones durante el proceso y de ellas puedes aprender.
Para ilustrar un poco mejor esto, pensemos que identificaste incorrectamente las necesidades de un cliente o aparecen las características y beneficios equivocados en las muestras que ofreces de tu producto o servicio. Por supuesto que te molestarás; pero, si lo piensas un poco, habrá cosas que podrás hacer bien en un futuro para las pruebas de otros clientes potenciales y todas ellas habrán surgido de este desacierto.
En futuros tratos entonces podrías, por ejemplo:
- Hacer que los clientes se interesen en entablar un diálogo contigo.
- Ganar su confianza ofreciéndoles algún valor adicional.
- Agendar una llamada de primer contacto.
- Usar un contrato inicial que garantice una junta de conocimiento de ambas partes.
- Realizar preguntas relevantes para llegar a un acuerdo de prueba apropiado que cubra las necesidades reales.
Como puedes ver, no hay manera de que los errores cometidos te dejen sin una ganancia o aprendizaje. Prioriza estas ganancias si te sientes inseguro después de una derrota.
7. Una oportunidad para potenciar tu empatía
Equivocarse te permite experimentar la humildad. Te das cuenta de que no eres invencible: tienes fallas y defectos, como cualquier persona. Esta revelación puede sonar como algo negativo, pero con moderación puede ser algo bueno. Si crees que nunca fallarás, se te dificultará identificarte con otros. Por lo tanto, cuando te enfrentes con problemas no sabrás qué referente tomar y mucho menos qué hacer.
Una vez que tu ego haya recibido unos cuantos golpes, tu empatía con los otros se disparará. Esto no solo beneficiará a tus habilidades de colaboración sino que también mejorará tus capacidades como líder. Los grandes líderes pueden identificarse con los retos que enfrentan los miembros de sus equipos. La empatía, sin duda, es una de las claves de los emprendimientos exitosos.
8. La señal de que estás en el camino equivocado
Fallar puede mostrarte que estás en el camino equivocado antes de que hayas recorrido demasiado en una dirección. Pensemos que intentas un nuevo método para tomar decisiones. Después de que esta estrategia falla con unos cuantos clientes pequeños, decides volver a implementar la estrategia anterior.
Esa decisión te evita equivocarte con el siguiente cliente (mucho más grande) que estás pensando abordar. En vez de perder un trato de 300.000 USD, perderás dos de 50.000 USD.
Cómo superar el miedo al fracaso: 10 estrategias
Ya que te mostramos algunos de los motivos que pueden ayudarte a ver la derrota y los errores como algo positivo. Ahora te presentamos las siguientes estrategias que te ayudarán a superar el miedo al fracaso en tu camino emprendedor.
1. Toma conciencia de lo que te corresponde
Antes de planificar y de poner manos a la obra en algún proyecto, debes tener claro cuál es tu papel en su ejecución y en la obtención de resultados. Muchas veces el que un proyecto fracase no depende de nosotros; tampoco es nuestra responsabilidad cumplir con las funciones de otras personas. Cuando sabes qué es lo que tienes que hacer, podrás hacerlo bien y, si es conveniente, podrás apoyar a los demás.
Asimismo, hay muchas situaciones en las que simplemente no podemos hacer nada. Por ejemplo: cuando hay una caída de la bolsa, cuando no te aprueban un crédito o, como vimos hace algunos años, cuando nos sometemos a condiciones sanitarias nuevas. En estos casos, no importa cuánto esfuerzo pongas, es probable que el fallo de un proyecto sea inminente.
2. Evalúa por qué has fracasado
Lo mejor que puedes hacer para superar el miedo a cualquier cosa, es observarlo analíticamente. Si te sientes paralizado por el fracaso o un gran error que se cometió últimamente en tu empresa; detente y analiza con detalle todo el proceso para que identifiques los elementos exactos que se tradujeron en una situación negativa para tu empresa.
Analizar no solo te permitirá saber qué acciones o estrategias fueron incorrectas, sino que también te ayudará a detectar las fortalezas que tiene tu empresa en cuanto a la estrategia, la atención a clientes y el cierre de negocios.
3. Aprende de tus errores
Para superar el miedo, tienes que mirar los errores cometidos, aceptarlos y tomarlos como la oportunidad para planificar e implementar medidas de compensación. Esto te ayudará a resolver la situación mediante un acuerdo que te permita recuperar la confianza perdida (o ganarla, en caso de que sea un cliente que apenas está conociendo tu empresa).
Esto es extremadamente útil porque las estrategias que crees y pruebes como exitosas podrás usarlas no solo en esta oportunidad sino también en futuras ocasiones. Aquellas en las que, aunque hayas corregido los errores, te enfrentes a situaciones similares, pero que deriven de causas ajenas a tu control. Las circunstancias externas muchas veces pueden llevar a escenarios en los que una estrategia de negociación o compensación será tu mejor herramienta.
4. Piensa en escenarios realistas
Si sientes que el miedo al fracaso te consume y que tu mente no para de idear posibilidades de fallar, prueba pensar en menos escenarios catastróficos. Ten en mente que el crear mundos y posibilidades absurdas no hará que te tomes las cosas con calma, sino que te creará nuevas preocupaciones y pensamientos intrusivos que no ayudarán a evitar el miedo.
Incluso si esto no te lleva a proponer una resolución razonable para la situación, te ayudará a disminuir los niveles de estrés y es probable que te permita ver el problema desde una perspectiva distinta.
5. Acude a otros por ayuda, no por miedo
Esto es algo que debes tener presente sobre todo si lo que te tiene paralizado de miedo es un fracaso (y no errores pequeños) en una estrategia o en un contrato. Si una estrategia completa tiene un fracaso monumental y te cuesta trabajo verle lo bueno, por más que intentes, es conveniente que busques la opinión de un colega de confianza o de una persona cercana a ti que conozca tu trabajo. Inclusive, pídesela a tu jefe; no le temas.
Escuchar lo que ellos han observado en tu trabajo anterior te ayudará a reconsiderar este fracaso reciente. Te permitirá verlo con más calma para proceder a un análisis que te ayude a comprender los motivos que están detrás esta derrota. Esto te posibilitará mejorar no solo tu estado de ánimo, sino también los próximos proyectos en los que tengas que involucrarte.
6. Construye una buena metodología de trabajo
Tener un protocolo de trabajo es una de las mejores formas de asegurarte de que estás cumpliendo con todo lo necesario para alcanzar una meta. Esto también ayuda a que no entres en pánico y pierdas el control de tus emociones. Si al final no tienes éxito, puedes tener claridad en el proceso que seguiste para identificar si ha habido un error en tu gestión o si ha sido por causas externas.
Planificar y crear pasos a seguir puede incluso motivarte a establecer qué herramientas o estrategias puedes utilizar para compensar problemas o errores que quizás se presenten en una situación determinada: desde un trato con un cliente hasta el proyecto integral de tu empresa nueva.
7. Establece metas alcanzables
Al emprender un proyecto comercial, adquirir un nuevo cliente o tener que presentar un reporte ante la mesa directiva, sabemos exactamente qué es lo que queremos lograr. Aun así, trazar una gran meta hacia futuro puede hacer que el miedo también sea grande y, aun más, que el fracaso se sienta como algo imposible de superar.
Lo mejor que puedes hacer es dividir tu proyecto en etapas, partes o aspectos a cubrir. Conforme vayas avanzando sentirás que has tenido éxito al alcanzar muchos pequeños objetivos, lo que te motivará a dar el 100 % en la última etapa; incluso si no cumples con la meta, sentirás que no fue un fracaso absoluto.
8. Habla desde del éxito
Al iniciar un proyecto no tienes ninguna seguridad sobre si tendrás éxito o no. Por lo tanto, si sientes miedo al fracaso, también es válido que tengas seguridad de que todo irá bien. Lo único que tienes que hacer es cambiar el enfoque: en lugar de pensar que todo puede salir mal, mejor piensa en las cosas que necesitas hacer para que todo salga bien.
Ten en cuenta que partir de las inseguridades puede generar una falta de confianza por parte de tu equipo, motivar que la gente no crea en ti y derivar en falta de ánimo y esperanza, en que en efecto alcanzarás tus metas. Todo será mucho más fácil si dejas de castigarte por cosas que no han pasado.
9. Cuando sea posible, empieza desde cero
Esto puede ser difícil, pero en algunos casos es recomendable que partas de que eres un novato en lo que estás haciendo (especialmente si de hecho lo eres). Esta actitud puede ser un gran motivante para aprender, equivocarte y crecer.
Si, por el contrario, asumes que sabes todo y que tienes lo necesario para tener éxito, no verás al fracaso como parte del proceso de aprendizaje, sino como un fin al que no quieres llegar. Esto es algo que le pasa a la gente perfeccionista, quienes no ven al fallo como un paso, sino como un bloqueo en el camino al éxito.
10. Haz las cosas, incluso si sientes miedo
Frente al miedo no hay mejor estrategia que enfrentarlo directamente. Por ejemplo, no puedes perder el miedo a subirte a una montaña rusa sin hacerlo. Al final del día, es ese momento de desafío el que hace que podamos comenzar a ver aquello a lo que tenemos miedo con otros ojos.
Como hemos visto, el miedo es parte constitutiva de nuestra vida, por lo que en lugar de evitarlo, debemos arriesgarnos a encontrarnos cara a cara con él. Recuerda que la valentía no consiste en hacer las cosas sin temor, sino en hacerlas incluso sintiéndolo.
Finalmente, recuerda que practicar tu inteligencia emocional te ayudará a dominar el miedo al fracaso, así como otras emociones que suelen acompañarle. Si aún necesitas inspiración, revisa nuestra lista de frases de emprendedoras y emprendedores destacados.