¿Te acuerdas de Lycos, Excite, AltaVista o WebCrawler? A menos que seas muy joven, lo más probable es que hayas utilizado algunos de estos buscadores de los años noventa, los primeros que aparecieron en el mercado. Estos motores de búsqueda pioneros basaban su funcionamiento en criterios contextuales; es decir, cuantas más veces aparecía en una página web la palabra clave introducida por los usuarios en sus búsquedas, mayor era su visibilidad en los resultados obtenidos.
En cualquier caso, esa mecánica provocaba muchas distorsiones, ya que las empresas que mejor posicionaban sus páginas web no siempre eran las más importantes. Sin embargo, este escenario se transformaría radicalmente en 1998, con el nacimiento de un motor de nombre casi impronunciable y llamado a reescribir las reglas del juego en la red de redes: Google.
La clave de su éxito se basaba un planteamiento revolucionario: lograr que las empresas que eran realmente importantes en el mundo real también lo fuesen en Internet. Nacía así el criterio de relevancia o autoridad a la hora de indexar los contenidos web.
A pesar de que este principio aún perdura, lo cierto es que en los últimos años ha experimentando algunos cambios importantes. De hecho, en sus algoritmos anteriores (como Caffeine, aparecido en el 2010), Google mostraba y ordenaba sus resultados centrándose en la búsqueda de las coincidencias de las palabras clave o keywords y sus sinónimos. Una mecánica que cambiaría en septiembre del 2013 con la puesta en marcha del algoritmo Hummingbird.
Hummingbird: la web semántica ya está aquí
A diferencia de los algoritmos anteriores, Hummingbird tiene en cuenta que los usuarios empiezan a realizar búsquedas complejas. Por eso, analiza las palabras y las relaciones entre ellas para ofrecer resultados en función de su significado. Los resultados serán por tanto sites que resolverán con mayor precisión las dudas de los usuarios.
Lo veremos mejor con un ejemplo: antes de Hummingbird, si introducíamos como búsqueda equipo de fútbol que ha ganado la Champions League y que juega en el Allianz Arena, la primera página web que nos aparecía era aquella que contenía todas estas palabras. No obstante, esto ha cambiado: ahora, el nuevo algoritmo interpreta el sentido de estos términos, por los que nos mostrará resultados sobre el equipo al que nos referíamos: el Bayern de Múnich.
Esta nueva lógica se conoce como búsqueda conversacional, ya que tiene como objetivo mantener una relación interactiva con el usuario, como si se tratase de una conversación entre personas. Por lo tanto, el buscador de Google cada vez cuenta con una mayor capacidad de investigación semántica, y está cada vez más cerca de convertirse en un motor inteligente.
De todos modos, el afán de innovación no se queda aquí, sino que se extrapola a las búsquedas por voz. Prueba de ello es la aplicación OK Google, el reconocedor de voz de Google compatible con el sistema operativo Android, que permite cruzar la voz del usuario con su buscador. Otro tanto ocurre con Google Now, un software capaz de aprender del usuario: quién es, cuáles son sus gustos y cuáles son sus hábitos. Incluso, está preparado para recopilar información de su cuenta de correo electrónico, por lo que puede ofrecer como resultado contenido contextualizado y de gran valor para el usuario.
Esto es lo que se conoce como knowledge graph: una base de conocimiento que trabaja con información de búsqueda semántica recopilada de varias fuentes, y que ofrece información para que el usuario pueda resolver sus necesidades de forma fácil y rápida. Éste es sólo el inicio de un escenario que ya vaticina la película Her (2013).
La creación de (buenos) contenidos como reto para las empresas
Teniendo en cuenta estos factores, no es difícil deducir que el nuevo algoritmo de Google también tiene consecuencias para las agencias de publicidad y marketing online, y de todas aquellas empresas que disponen de una página web y persiguen un buen posicionamiento para sus contenidos online.
La nueva apuesta de Google obliga a las empresas a modificar la forma de trabajar los contenidos y a apostar por el desarrollo de sistemas que les permitan generar contenidos de calidad que resuelvan lo mejor posible las dudas que puedan tener los usuarios.
Con la puesta en marcha de Hummingbird, las organizaciones deben adaptar sus contenidos a la siguiente premisa: ofrecer la respuesta más adecuada a sus necesidades, ya que Google se basa fundamentalmente en este parámetro para ordenar las páginas web encontradas. Por lo tanto, si un contenido no aporta valor o no es relevante en relación con los términos introducidos por los internautas, éste no aparecerá en las primeras posiciones de los resultados de búsqueda.
En definitiva, los últimos movimientos de Google certifican que el gigante de Palo Alto (California, EE. UU.) trabaja constantemente para conseguir su principal objetivo: hacer que las personas utilicen su buscador día sí, día también, algo que sólo ocurrirá siempre que esas personas encuentren rápidamente lo que les interesa. Por lo tanto, cualquier agencia o empresa que desee incrementar el tráfico de su sitio tendrá que generar contenidos de calidad.
Con más del 95% de cuota en el mercado de los buscadores en los países occidentales, Google marca la pauta que cualquier empresa debe seguir, si no quiere quedar descolgada en la dura competición en el mercado de los contenidos.